Año 2098 en la península Ibérica: la locura del movimiento perpetuo y el consiguiente «agotamiento» de los combustibles fósiles, el enrarecimiento del agua dulce y la alegre inmolación de otros bienes naturales han llevado a la humanidad a ser regida por un férreo ecofascismo -una burocracia de los recursos- que tiene como primer objetivo administrar la penuria y como segundo, y no menos importante, hacer trabajar a los pobres en un mundo donde ya no quedan ni las ruinas de la ilusión. Así, a grandes rasgos, es el escenario en el que se desarrolla esta novela de corte especulativo, hecha de recuerdos, de encuentros y de proyectos, que vislumbra el panorama -muy real, cercano y verosímil, por otra parte- que se avecina a no ser que se produzca un cambio de rumbo en la idea de progreso que rige los destinos del género humano.
Año 2098 en la península Ibérica: la locura del movimiento perpetuo y el consiguiente «agotamiento» de los combustibles fósiles, el enrarecimiento del agua dulce y la alegre inmolación de otros bienes naturales han llevado a la humanidad a ser regida por un férreo ecofascismo -una burocracia de los recursos- que tiene como primer objetivo administrar la penuria y como segundo, y no menos importante, hacer trabajar a los pobres en un mundo donde ya no quedan ni las ruinas de la ilusión.
Así, a grandes rasgos, es el escenario en el que se desarrolla esta novela de corte especulativo, hecha de recuerdos, de encuentros y de proyectos, que vislumbra el panorama -muy real, cercano y verosímil, por otra parte- que se avecina a no ser que se produzca un cambio de rumbo en la idea de progreso que rige los destinos del género humano.
La distopía que ahora presentamos, hija reconocida de la literatura clásica de anticipación -desde Julio Verne, Jack London y William Morris, hasta Ray Bradbury, George Orwell o John Brunner-, es su primera novela, y es una clara puesta de manifiesto de que aquí lo único que se renuevan son las ilusiones de los pobres y los proyectos totalitarios de la clase dominante.