Una vez más la lucha, una vez más el fuego. Una vez más hay que salir a la calle, o quizás no, que cada cual elija su estrategia, se aposte donde pueda hacer más daño. Recomienza la búsqueda, a ratos investigación, a ratos batida. Como tantas veces en la historia, no hemos recibido ningún comunicado, ni falta que hace. Conocemos los medios con los que contamos y las mediaciones que nos debilitan. +Representación? Impresentables. Para los que no quieran entender, no hay explicaciones: este libro no se las dará y este editor no se esforzará en seducir a ningún despistado desde el texto de contracubierta. Programas electorales, papeletas bien dobladitas, escaños de caoba. Que ardan. Un proceso insurreccional puede desencadenarse en cualquier punto del territorio o del cuerpo, a partir de cualquier experiencia. Se levanta un día ventoso y de repente, tras años o siglos allá arriba, la cornisa se desploma. Cae sin crueldad, pero cae a plomo. En la medida en que estos procesos acaecen, se conforma un plano de inmanencia común, la subversión contra el Imperio. A ese plano podemos llamarlo Partido Imaginario: nombre que por sí mismo expone su artificio, su función táctica. Un partido que está a la vez ya aquí y siempre en construcción. Y cuyo programa, por supuesto, no cabe en este libro. Construir ese partido nada tiene que ver con expedir carnés de militante, de modo que las diferencias se anulen ni siquiera en beneficio de la lucha. Construir ese partido significa conformar formas de vida a partir de esas diferencias, canales por los que pueda circular la intensidad. Llega la primavera. Veo orugas procesionarias en los pinos: una larga fila de lepidópteros ensamblados, la cabeza de cada una siempre unida al extremo del abdomen de la que la precede, puro gregarismo a la búsqueda de alimento. +Qué pasaría si uniéramos la cabeza de la primera al abdomen de la última, formando un círculo cerrado? Comenzarían a girar indefinidamente hasta morir de hambre o de aburrimiento o de tristeza. O hasta que un niño les prendiese fuego.
Una vez más la lucha, una vez más el fuego. Una vez más hay que salir a la calle, o quizás no, que cada cual elija su estrategia, se aposte donde pueda hacer más daño. Recomienza la búsqueda, a ratos investigación, a ratos batida. Como tantas veces en la historia, no hemos recibido ningún comunicado, ni falta que hace. Conocemos los medios con los que contamos y las mediaciones que nos debilitan. ¿Representación? Impresentables. Para los que no quieran entender, no hay explicaciones: este libro no se las dará y este editor no se esforzará en seducir a ningún despistado desde el texto de contracubierta.
Programas electorales, papeletas bien dobladitas, escaños de caoba. Que ardan. Un proceso insurreccional puede desencadenarse en cualquier punto del territorio o del cuerpo, a partir de cualquier experiencia. Se levanta un día ventoso y de repente, tras años o siglos allá arriba, la cornisa se desploma. Cae sin crueldad, pero cae a plomo. En la medida en que estos procesos acaecen, se conforma un plano de inmanencia común, la subversión contra el Imperio. A ese plano podemos llamarlo Partido Imaginario: nombre que por sí mismo expone su artificio, su función táctica. Un partido que está a la vez ya aquí y siempre en construcción. Y cuyo programa, por supuesto, no cabe en este libro. Construir ese partido nada tiene que ver con expedir carnés de militante, de modo que las diferencias se anulen ni siquiera en beneficio de la lucha. Construir ese partido significa conformar formas de vida a partir de esas diferencias, canales por los que pueda circular la intensidad.
Llega la primavera. Veo orugas procesionarias en los pinos: una larga fila de lepidópteros ensamblados, la cabeza de cada una siempre unida al extremo del abdomen de la que la precede, puro gregarismo a la búsqueda de alimento. ¿Qué pasaría si uniéramos la cabeza de la primera al abdomen de la última, formando un círculo cerrado? Comenzarían a girar indefinidamente hasta morir de hambre o de aburrimiento o de tristeza. O hasta que un niño les prendiese fuego.