En la época en que redacta Peribáñez, Lope tiende todavía a desparramar la acción, escribe un teatro casi épico, que muestra ante el espectador todos los pasos de la peripecia dramática. Aunque ya domina la unidad de acción, todavía no es capaz de concentrar el argumento y reducirlo a las situaciones imprescindibles.Quizá el encanto de este ciclo del teatro lopesco sea su forma de narrar la acción de modo liso y llano, sin grandes preocupaciones estructurales. Gracias a ello nos puede ofrecer escenas deliciosas, aunque marginales,como el eco de la fiesta con el novillo enmaromado, la escena en que los labradores cantan el trébole o la junta que celebra la cofradía de San Roque en Ocaña.(De la Introducción de Felipe B. Pedraza Jiménez)