Tengas la edad que tengas, conviene que te acuerdes de esta divisa porque cuando la utilizaste por primera vez eras todavía un mozo y no tenías la más remota idea de lo que vendría luego: la vida como «una lucha continua y necesaria contra los errores, la mala suerte y la propia conciencia».
Es de Joseph Conrad, y lo escribió cuando ya había dejado la navegación de altura a su espalda.