Una historia de jóvenes apasionados, jóvenes con afición literaria, embarcados en la aventura de la creación en medio de un período de crisis, en una nación marginal, súbitamente tomada por asalto por las fuerzas militares convocadas por el poder político, entre otras cosas, para "poner orden en medio del caos". Un caos que subyace a la acción, como un elemento perturbador y no del todo conocido por las clase media de Montevideo, el escenario central de la peripecia.
Paralelamente la vida corre por canales dolorosos en la otra orilla del río ancho como mar. Buenos Aires vive una gigantesca purga, sometida por la más cruel dictadura de la que se haya tenido noticia en la gran nación del Plata.
Incidentalmente, Pablo Siesta descubre que tal vez tenga una misión en la vida y se empeña en librar esa búsqueda por medio de conexiones con unos pocos hombres y mujeres nada convencionales.
La peripecia de la búsqueda de significados progresa velozmente en la novela, como un vértigo que necesita su consumación, como una llama vigorosa que en un instante puede apagarse fatalmente.
Esa búsqueda tiene lugar dentro de un acotado marco de costumbres locales, tradiciones y usos, en ambas naciones, que llevan la narración hasta la otra orilla, literal y factualmente, cuando el par de amigos recala en Buenos Aires y Pablo se las ve cara a cara con un acontecimiento culminante, acaso la verdadera y terrible misión de su vida.
El episodio final parece rebelar a los ojos del lector y para la conciencia del personaje central, el propósito central de la existencia, pero inevitablemente las puertas de la oportunidad se abren pocas veces de par en par.
La novela es más una crónica de época y una revista de personajes prototípicos de la clase media rioplatense y de sus muy extendidos sueños líricos, que una crítica explícita y militante a un estado de situación ciertamente deplorable.
Crítica o visión cáustica que se centra especialmente en las tradiciones y prácticas de vida decadentes, de los hombres y mujeres que pueblan las dos ciudades paradigmáticas, recostadas a las orillas del río que curiosamente conocen como "el mar dulce".
Costumbres y desarraigo en línea con las grandes tragedias y las grandes euforias de estos y de todos los pueblos.
Un hilo narrativo muy ágil, una escritura veloz, trazada como al descuido, pero imperiosamente seductora, nos cautiva y nos hace seguir de cerca una narración deliberadamente fragmentaria, episódica, inscripta dentro de la tradición de la novela que le debe mucho al discurso cinematográfico.
Obra breve, pero poderosa, celosamente pulcra y cuidada en la selección de los regionalismos en el lenguaje, a fin de no transformar la experiencia de la lectura en un obstáculo insalvable para el lector que no está familiarizado con el idiolecto rioplatense y con sus cortantes y fatuos juegos verbales.